martes, 26 de agosto de 2014

La contraescritura

LA CONTRAESCRITURA.


INTRODUCCIÓN.

Este trabajo tiene por objeto realizar un análisis a partir de los estudios científicos y jurídicos realizados por los hermanos Mazeaud en su libro de derecho civil Parte II Volumen III, evidentemente estamos obligados a hacer unas simples variaciones, muy mínimas, para tratar de adecuarlo al ordenamiento jurídico dominicano, tanto en el orden fiscal como jurisprudencial. Por otra parte, el tema reviste una gran importancia jurídica, por las implicaciones que se podrían suscitar con un acto aparente o con una       contraescritura, se precisará aquí los efectos, las acciones, las sanciones y las obligaciones resultantes de un contraescritura y de un acto simulado.


CONTRADOCUMENTO DEFINICIÓN:
El contenido de un instrumento público o privado puede ser modificado o dejado sin efecto por otro documento, también público o privado, otorgado por las mismas partes simultánea o posteriormente. Este segundo es el llamado contradocumento. Puede afirmarse que, por regla general, su finalidad es garantizarse una de las partes contra el contenido ficticio o simulado del instrumento principal. Así, cuando se declara una deuda inexistentes. el supuesto deudor suele exigir, del presunto acreedor, el reconocimiento de que la deuda es fingida, cubriéndose así de cualquier intento de ejecución de la deuda. Lo mismo cuando un supuesto accionista o partícipe de una sociedad reconoce que las acciones o la participación no le pertenecen, lo que cierra así el camino de cualquier intento de participación en los beneficios. Los ejemplos podrían multiplicarse. Resulta casi innecesario añadir que, en la mayoría de los casos, el contradocumento, y más todavía el documento, envuelven propósitos poco ajustados a la legalidad, e incluso una defraudación al fisco. Los efectos del contradocumento afectan a las partes que lo suscriben.
Si ha sido otorgado en instrumento privado, carecerá de todo efecto en contra del instrumento público que trata de desvirtuar, salvo que esté anotado en la escritura matriz y en la copia por la cual hubiese obrado un tercero. (V. CONTRATO SIMULADO.)


  1. SIMULACIÓN Y CONTRAESCRITURA.

La simulación es la operación por la cual se crea una situación jurídica aparente que difiere de la situación jurídica verdadera. Se trata así de ocultar la verdadera situación jurídica tras la fachada de una situación aparente.

Una noción tan amplia de la simulación rebasa el marco de los actos jurídicos patrimoniales: unas personas que viven en concubinato  y se crean la posesión de estado de conyugues, se entregan a una simulación lato sensu. Pero generalmente se reserva el nombre de simulación para la creación de una apariencia en el ámbito de las obligaciones. Supóngase dos contratantes que quieren ocultar la convención real que concluyen; y que, para lograrlo, la disimulan tras una convención puramente aparente.
Se dice entonces que existe una contra escritura. La contraescritura designa el contrato verdadero que disimula el acto ostensible o acto aparente; el verdadero contrato va “contra la escritura” de la convención aparente.

Pueden presentarse varias situaciones: el acto aparente será en unos casos un acto ficticio; en otros, un acto disfrazado; o también, un acto que incluya interposición de personas.

Acto ficticio.- Las partes no han querido contratar, sino solamente crear la ilusión de que están unidas por una convención. El acto aparente es puramente ficticio. Un deudor, para librar a un bien de un embargo de sus acreedores, lo vende por una acto ostensible a un amigo complaciente, cuando está convenido (contraescritura) que ese acto es ficticio y que no se ha transmitido la propiedad del bien. Hay que aclarar que si se transmite la propiedad ya no es un acto ficticio.

  Acto ocultado.- Las partes han concluido una convención, pero desean que permanezca ignorada; para lograrlo, la disfrazan bajo la apariencia de otro contrato. Para lograrlo. La simulación es total cuando recae sobre la naturaleza misma del acto: Una donación se disfraza de venta. La simulación es parcial cuando las partes, aún no ocultando en su interés el acto celebrado, disimulan uno de sus elementos, por ejemplo, el verdadero precio de una compraventa.

Interposición de personas. A veces, para ocultar la verdad las partes utilizan la intervención de un tercero. El donante deseoso de favorecer a una persona incapaz de recibir, hace una donación aparente de un tercero, que restituye secretamente el importe de la liberalidad al verdadero beneficiario.

Hay que distinguir la interposición de persona propiamente dicha y a la convención con un prestanombre. La interposición de persona lleva consigo un acto aparente (donación a una persona que no es sino un comparsa) y un cato real (donación al verdadero beneficiario); el acto aperote tiene como finalidad ocultarle la situación real a las apartes, sino a los terceros.
En un contrato concluido por un “prestanombre”. éste interviene como si fuera parte contratante, cuando no es, sino un mandatario que trata en nombre de su mandante. No existe simulación, porque la simulación es  la obra de las dos partes que se ponen de acuerdo para ocultar el acto que celebran. Salvo fraude la intervención de un prestanombre no es una causa de nulidad del contrato. Pero el contrato no produce sus efectos sino con respecto al prestanombre; solo él es acreedor del deudor; solo él adquiere el derecho cedido. Para transmitir  a su mandante el beneficio del contrato que ha concluido, el prestanombre deberá celebrar con aquel un nuevo acto, lo cual no carece de inconvenientes, sobre todo por los derechos reales que se pagan por los inmuebles. Por eso, tan solo se encuentran en materia mobiliaria algunas compraventas en la que interviene un prestanombre, ya sea por el comprador ya sea por el vendedor, ya sea incluso por ambas partes.

Además, el contratante que quiere que se ignore su identidad, sin hacer que intervenga un prestanombre, puede encargar al mandatario que celebre el contrato, en carácter de representante, pero con la orden de no revelar el nombre del mandante sino luego de la conclusión del acto; asi suele suceder cuando el contrato s concluye por un comisionista (art. 94 de comercio); por lo general, este indica su carácter, sin revelar la identidad de su comitente. Por el contrario, el comisionista es un prestanombre cunando no declara que obra por nombre de otro.

2. LOS ELEMNTOS CONSTITUTIVOS DE LA CONTRAESCRITURA.

La simulación supone que las partes han querido crear una situación aparente contraria a la realidad. En caso de contraescritura, esa apariencia se realiza por medio de una convención ostensible contraria al contrato real.

El acto aparente no debe haber sido, pues, en el espíritu de las partes, mas que un simple biombo destinado a ocultar el verdadero acto. De ello resulta que le acto real no es una contraescritura mas que si es anterior al acto aparente o contemporáneo de el. Un acto posterior en el que se encuentran modificados los requisitos del acto original  seria un nuevo contrato, que pondría fin al primero, y no a una contraescritura.

El acto aparente no debe anunciar otro acto que las partes indicaran expresamente no querer revelar. En tal caso, en efecto, las partes no han engañado a los terceros; por el contrario, aquellas han advertido a estos la existencia del acto verdadero.

La contraescritura es, pues, un contrato mantenido en secreto y que las partes celebran antes o al mismo tiempo que un acto aparente, el cual no corresponde a su voluntad, y que tiene por única finalidad disimular la realidad.

  Tomada en ese sentido, la palabra “contraescritura”. Se refiere al acto jurídico, al negotium. Se emplea igualmente en ese término para designar el escrito, el instrumentum, redactado por las partes, a fin de dejar constancia de su verdadera convención. Semejante documento no es necesario para la validez del contrato; sin embargo casi siempre se redactará; es una útil precaución para aquella de las partes que corre el riesgo de ver que la otra pretenda atenerse al acto aparente: para probar contra el contenido del acto aparente, le será necesario un documento.

3.- LAS FINALIDADES DE LA SIMULACIÓN POR CONTRAESCRITURA.

Son múltiples los fines perseguidos por las partes que proceden a una simulación.

Unas veces se trata de defraudar a al ley. Ya sea la ley fiscal: así, indicando en un acto aparente de compraventa un precio inferior al precio convenido realmente o presentando como compraventa lo que, en realidad, no es sino una donación, a fin de pagar derechos reales menos elevados. Ya sea la ley civil: así, disimulando tras la apariencia de una compraventa una donación que seria nula por hecha a una concubina, o que seria reducible por rebasar la parte de libre disposición; así también, realizando ostensiblemente una liberalidad a una persona que no es el verdadero beneficiario, para burlar la incapacidad de recibir que pesa sobre éste.

Otras veces se trata tan solo de impedir que sea conocido un acto que es valido. Pero las razones que pueden llevar a ello son muy diferentes. Unas son confesables: algunos comerciantes pueden tener interés en que sus competidores ignoren los tratos que celebran; una persona caritativa puede no querer que sean conocidas sus liberalidades. Las otras no lo son y constituyen verdaderos fraudes contra terceros: para dejar que ignore un comprador eventual la verdadera duración del arriendo consentido sobre su inmueble, el propietario concierta con el arrendatario un arrendamiento aparente; para impedir que sus acreedores le embarguen un bien, un deudor procede a una venta ficticia.

4.- LAS SANCIONES DE LA SIMULACIÓN POR MEDIO DE CONTRAESCRITURA.

La diversidad de finalidades perseguidas por las partes que proceden a una simulación de su convención explica las diferentes sanciones que se aplican contra ellas.

Cuando han querido, por medio de la contraescritura defraudar a la ley civil o a la ley fiscal, o también a sus acreedores lo cual es defraudar además a la ley, que hace del patrimonio del deudor la garantía de sus acreedores, será suficiente con restablecer la verdadera situación para verificar la nulidad del contrato concluido, la cuantía de los derechos reales pagaderos, el derecho de embargo de los acreedores. Toda persona interesada puede demostrar la simulación probar la existencia de una contraescritura. Para conseguirlo dispone de la acción declarativa de simulación. Pero no se trata, hablando propiamente, de una sanción unida al hecho de la simulación; existe una simple aplicación de las reglas generales que rigen el contrato que se halla querido realmente. Sin embargo, a veces, el legislador para luchar contra la simulación, siempre peligrosa porque expone a que no sea descubierta, pero que en ciertas esferas estima particularmente temible, decide que el acto aparente es el que se impondrá contra la voluntad de las partes a estos mismos. Ahí existe, entonces, una verdadera sanción de la simulación.

Cuando los contratantes hayan celebrado una convención valida, y no hayan tratado de defraudar ni al fisco ni a sus acreedores, parece que la simulación no debería llevar consigo ninguna sanción: ¿Cada cual no es libre para guardar secretas las operaciones jurídicas regulares a la que se entrega? Razonar así sería olvidar que las partes no se limitan a no revelar el contrato; hacen algo mas: para asegurar el secreto del acto crean una apariencia mendaz, celebran un acto ostensible, que es falso; engañan a todas las personas que tengan conocimiento de ese acto simulado: el comprador de un inmueble que cree encontrarse frente a un arrendatario que no dispone sino de un arriendo de corta duración; el acreedor de un comprador ficticio que ha concedido crepito a su deudor porque creía que se había convertido en propietario; etc. El legislador los protege: las personas que hayan creído en la exigencia del acto puramente aparente, y que tengan interés en alegar esa existencia, están en su derecho de hacerla: pueden desconocer el verdadero contrato.

Se advierte así por qué y cómo lucha el legislador contra la simulación.
1.- Deroga las reglas normales de los efectos y de la imposibilidad de los contratos: de un lado, al declarar que en ciertos casos, las partes están obligadas a cumplir no el contrato verdadero que hayan concluido, sino el acto aparente; por otro lado, al permitirle a todas las personas que hayan sido engañadas por el acto aparente que aleguen ese acto y que desconozcan el verdadero contrato cuando tengan interés e ello. En todos esos casos, el acto aparente prevalece sobre el acto real; las reglas de la contra escritura constituyen una aplicación de la teoría general de la apariencia.

2.- permite a toda persona interesada que restablezca la situación verdadera, que haga verificar la simulación, intentando la acción de declaración de simulación. En tal supuesto, el acto real es el que prevalece sobre el acto aparente.
 
5.- EFECTO Y OPONIBILIDAD DE LA CONTRAESCRITURA.

  El ARTÍCULO 1,321 DEL CÓDIGO CIVIL.

Los redactores del código civil francés organizaron la protección de las personas engañadas con la simulación: “las contraescrituras no pueden surtir efecto sino entre las partes contratantes; no producen efectos contra terceros” (art.1321). a consecuencia de un error, por haber considerado la contraescritura como un instrumentum, los redactores colocaron esta disposición en el capitulo de la prueba. En realidad, se refiere al efecto del contrato. Un contrato no produce efectos con respecto a verdaderos terceros, se haya realizado o no se haya realizado por contraescritura. Pero el contrato, de un lado, es oponible a los terceros; y, de otro, es susceptible a veces de crear obligaciones, de surtir efecto con respecto a algunos causahabientes singulares; desde ese doble punto de vista, la regla establecida por el art. 1321, “Los contraescritos no pueden surtir su efecto sino entre las partes contratantes; no tienen validez contra los terceros.” Presenta interés por la derogación que aporta a las reglas generales.

6.- LAS PARTES CONTRATANTES.
En principio, la simulación no entraña, por sí misma, la nulidad de un contrato: salvo excepción, no está vedado ocultar un contrato válido tras un acto aparente. El acto secreto –la contraescritura-, cuando reúne lo requisitos legales, permanece como válida, por lo tanto, como lo hubiera sido de no haber habido simulación. Esa solución, que es la del derecho francés, debe ser aprobada: indudablemente, la sanción de la nulidad, adoptada por algunos derechos extranjeros, es de cierta eficacia; pero es sabido que no toda simulación es condenable: las partes pueden disimular para no poner a los terceros al corriente, y no para perjudicarlos. Por añadidura, por ser ajena la disimulación a las relaciones entre las partes y estar dirigida por completo contra los terceros, la sanción de la inoponibilidad parece adaptarse mejor a las necesidades que el derecho debe satisfacer. Así, el acto secreto, la contraescritura, obliga a las partes; la simulación carece de efectos en las relaciones entre los contratantes.

7.- CASOS EXCEPCIONALES EN QUE LA SIMULACIÓN MODIFICA LOS EFECTOS DEL CONTRATO ENTRE LAS PARTES.

Al principio según el cual la partes deben cumplir la contraescritura se le ha inflingido un doble atentado. En dos series de casos, la ley constriñe a las partes a cumplir no la contraescritura, sino el acto aparente. Se trata, en ambos supuestos, de una disimulación del verdadero precio.


8.- DISIMULACIÓN DEL PRECIO PARA DEFRAUDAR AL FISCO.

 El código tributario de la República Dominicana establece: Art. 204.- DELITOS TRIBUTARIOS.
Constituyen delitos tributarios las siguientes infracciones:
1.- La defraudación tributaria.
2.- La elaboración y comercio clandestino de productos sujetos a impuestos.
3.- La fabricación y falsificación de especies o valores fiscales.

Art. 205.- FALTAS TRIBUTARIAS.
Constituyen faltas tributarias sancionadas pecuniariamente las siguientes:
1.- La evasión tributaria que no constituyen defraudación.
2.- La mora.
3.- El incumplimiento de los deberes formales de los contribuyentes, responsables y terceros.
4. El incumplimiento de los deberes formales de los funcionarios y empleados de la Administración Tributaria.
5.- El incumplimiento de los deberes formales de los funcionarios públicos, ajenos a la Administración
Tributaria.
Podemos ver claramente como en estos dos artículos existen tipos penales que pueden originarse a través de un acto simulado tendente a la evasión impositiva de parte de los contratantes, tanto en la simulación del precio (con el objeto de pagar una taza menor de impuestos) como por el objeto del contrato mismo (una donación disfrazada de un acto de venta). El mismo código establece lo atinente a la sanciones al prescribir:

Art. 219.- Corresponde a los tribunales penales ordinarios, la instrucción, juzgamiento y aplicación de las penas en los delitos tributarios.

Art. 221.- Las sanciones aplicables a las infracciones tributarias son:
1.- Privación de libertad. 2.- Recargos, intereses y otras sanciones pecuniarias. 3.- Comiso de los bienes materiales objeto de la infracción o utilizados para cometerla. 4.- Clausura de establecimiento. 5.- Suspensión y destitución de cargo público. 6.- Inhabilitación para el ejercicio de oficios y profesiones. 7.- Pérdida de concesiones, privilegios, franquicias e incentivos. 8.- Cancelación de licencias, permisos e inscripción en registros públicos.

Fuera de esos casos excepcionales, la contraescritura produce sus plenos efectos entre las partes; el acto aparente es inexistente a su respecto.

 9.- LOS CAUSAHABIENTES UNIVERSALES.

A las partes contratantes hay que asimilar sus causahabientes universales y a titulo universal; porque continúan la persona de las partes y las representan.

A consecuencia de una confusión, el heredero legitimario ha sido considerado como un tercero que puede “protestar contra el acto ostensible”. El heredero que defiende su legitima no se queja nunca del acto aparente; por el contrario, intenta probar la existencia de una contraescritura que perjudique a sus derechos; sostiene, por ejemplo, que una compraventa oculta una donación, cuya reducción demanda. Así pues, lo que quiere establecer desde luego es la contraescritura.

10.- LOS TERCEROS.

El art. 1321 del código civil dispone: Los contraescritos no pueden surtir su efecto sino entre las partes contratantes; no tienen validez contra los terceros. ¿Cuáles son los terceros protegidos por esa disposición? La dificultad provine del sentido impreciso de la palabra -tercero- en el lenguaje jurídico. Fuera de las partes y de sus causahabientes universales o a titulo universal, hay tres categorías de personas susceptibles de estar interesadas, en grados diversos, por un contrato: los causahabientes singulares, los acreedores quirografarios de las partes, los penitus extranei. ¿Comprende el art. 1321 del código civil esas tres categorías entre los terceros?

10.1.-  LOS CAUSAHABIENTES SINGULARES.

No resulta dudoso que los causahabientes singulares son terceros en el sentido del artículo 1321 del código civil. Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que los redactores del código civil usaron la palabra “tercero” en el art. 1321 como lo hicieron en el 1328, relativo a la fecha cierta para designar a los causa habientes singulares.

Los causahabientes singulares deben ser protegidos por un doble titulo. Por una parte, en algunos casos excepcionales, están obligados por el acto concluido por su causante; por ejemplo, el adquiriente de un inmueble está sujeto a cumplir las obligaciones resultante de los arrendamientos celebrado por su vendedor; por lo tanto, debe estar prevenido por el fraude consistente en modificar los alquileres o la duración del arriendo con un acto aparente. El art. 1321 niega, pues, todo efecto a la contraescritura frente a los causahabientes singulares.

Por otra parte, los contratos celebrados por su causante, aun cuando no obliguen a sus causahabientes singulares, les son oponibles. Es preciso, pues, que un causahabiente singular, un adquiriente por ejemplo, no pueda ser engañado a cerca de la existencia de tales contratos.

La venta de una cosa o la constitución de un usufructo sobre esa cosa podrían disimularse tras un acto aparente de arriendo; al adquiriente, creyendo en un simple arrendamiento, tropezaría con el comprador precedente o con el usufructuario. También aquí era preciso asegurar la protección del causahabiente singular. Se observará tan solo que el interés  de esa protección no es considerable en la practica, porque el causahabiente singular se beneficia ya del juego de las reglas de la publicidad inmobiliaria; estas hacen inoponibles los actos relativos a un inmueble cuando no hayan sido publicados; si el adquirido ha sido un mueble, podrá conservarlo gracias al art. 2.279 del código civil “Art. 2279.- En materia de muebles, la posesión vale título; sin embargo, el que haya perdido o a quien le haya sido robada alguna cosa, puede reivindicarla durante tres años, contados desde el día de la pérdida o del robo, de aquél en cuyo poder lo encuentre, salvo el recurso que éste tiene contra aquel de quien la hubo”. Cuando haya tomado del mismo posesión de buena fe.

En todo caso, la protección concedida por el artículo 1321 a los causahabientes singulares está perfectamente justificada. Han pactado y fijado las condiciones de su acuerdo teniendo en cuenta la situación aparente. No deben tener que sufrir las consecuencias de un acto que se les ha disimulado, incluso si la finalidad de la simulación no fuera fraudulenta a su respecto. Las partes que hayan creado la apariencia deben ser las únicas que sufran por una situación de la que son responsables.

10.2.- LOS ACREEDORES QUIROGRAFARIOS.

Los acreedores quirografarios no están obligados jamás por los contratos concluidos por su deudor; pero esos contratos, le son oponibles; y esa oponibilidad tiene para ellos graves consecuencias, puesto que los actos de su deudor se reflejan sobre su patrimonio, que constituye su única garantía: los acreedores se benefician o se perjudican indirectamente por los contratos celebrados por su deudor, según que tales contratos aumente el activo o el pasivo de su patrimonio.

No se considera aquí el supuesto en que los acreedores tengan interés en alegar la verdadera situación; por ejemplo, cuando el deudor, para librar del embargo a uno de sus bienes, a hecho él mismo una venta ficticia. Se supone que los acreedores tienen interés en alegar el acto aparente. ¿Pueden hacerlo?; ¿Son terceros en el sentido del artículo 1321del código Civil?

Está permitido dudar. Por tener un derecho sobre el conjunto del patrimonio de su deudor, son en cierta medida, causahabientes universales, y esa situación le permite representar al deudor cuando utilizan la acción oblicua. Por esa razón, la Cote de Casación Francesa, al definir los terceros del articulo 1.328 del código civil, que pueden alegar una falta de fecha cierta en un documento, niega a los acreedores quirografarios ese carácter. Por otra parte, por ser oponible a los acreedores quirografarios todos los actos de su deudor, ¿No es indiferente que tales actos sean ocultos u ostensibles?

Sin embargo, la Corte de Casación francesa comprende a los acreedores quirografarios entre los terceros del artículo 1321; la contraescritura no le es oponible. Esa jurisprudencia debe ser probada. Cuando el acto el acto del deudor sea fraudulento el acreedor quirografario dispone de una acción la acción pauliana en la que no representa al deudor: demanda por su propia cuenta, a fin de que el acto no le sea oponible. Ahora bien, en materia de simulación, la situación es muy parecida; en cierto modo, el fraude se presume; si el deudor ha disimulado su acto, desearía que sus acreedores lo ignoraran, tal vez justamente para evitar que ejercitaran la acción pauliana; por otro lado, los acreedores ha podido ser llevados a tratar con el deudor, o a no exigir garantía, o también a diferir el cumplimiento, porque la simulación lo ha incitado a imaginar una solvencia que no existía en el deudor.

Por consiguiente, la palabra tercero está tomada en dos sentidos diferentes por el artículo 1321 y por el articulo 1328 del código civil. Esa diferencia se explica por la presunción de fraude que alcanza el acto secreto.

10.2 LOS “PENITUS EXTRANEI”.

En el artículo 1321 del código civil no presenta gran interés práctico para los verdaderos terceros o penitus extranei; porque son ajenos al contrato como a los contratantes. Sin embargo, los penitus extranei deben estar protegidos en las raras hipótesis en que le sea oponible el contrato. Entonces figuran en el rango de los terceros del artículo 1321 del código civil.

11.- REQUISITOS QUE DEBEN REUNIR LOS TERCEROS DEL ARTICULO 1321 DEL CÓDIGO CIVIL.

Los terceros no tienen que justificar un perjuicio. Pueden invocar el acto aparente, incluso cuando la simulación no les haya causado ningún perjuicio; es suficiente con que tengan interés en invocar el acto ostensible.

Pero, para ser tercero del artículo 1321 del código civil, es necesario haber sido engañado por el acto ostensible. Si tenía conocimiento de la contraescritura el litigante que pretenda desconocerla, no hay ya apariencia, y no existe ya razón para protegerlo. Desde luego no es necesario requisito exigido, por el contrario, para intentar la acción pauliana que el engaño haya sido dirigido contra aquel que lo alega; incluso si el acto aparente no ha sido dispuesto para engañar al demandante, este tiene derecho  a atenerse al acto aparente.

 La existencia de un acto aparente lleva a presumir que el tercero ignoraba la convención verdadera; pero esa presunción, se destruye cuando las partes demuestran que el tercero tenía conocimiento de la contraescritura. la simulación es, pues, relativa para cada uno de los que la invoca; no existe de una amanera absoluta por el solo hecho de que se haya fraguado un acto aparente; el mismo acto será contraescritura contra una persona y no lo será para otra distinta. Así mismo, en materia de posesión, el vicio de clandestinidad es relativo.

 ¿Resulta suficiente el hecho de que se haya registrado una contraescritura para impedirle a un tercero que alegue el acto aparente? La inscripción en el registro le da fecha cierta al documento, pero no le confiere ninguna publicidad al acto; el acto registrado se mantiene secreto; por eso, el registro de la contraescritura no es suficiente para destruirla presunción que resulta a favor de los terceros sobre la existencia de un acto aparente. Sería de otro modo por la publicación del acto en los registros del Conservador de Hipotecas; en efecto, incumbiria a los terceros consultar los libros del registro.

12.- OPCIÓN DADA A LOS TERCEROS.

El artículo 1321 del código civil da a los terceros una facultad que les permite, si lo prefieren, evitar los efectos o la oponibilidad del contrato verdadero celebrado por las partes. Pero aquellos no están obligados a usar de ese derecho. Las contraescrituras, según los términos del articulo 1321 del código civil, “no producen efectos contra terceros”; la regla está dictada únicamente a su favor; y, si estiman oportuno excluirla, pueden situarse bajo el imperio del derecho común y reclamar frente a la contraescritura; así pues, gozan de una opción.   

Suele suceder que los terceros invoquen la contraescritura; asi, el adquirente de un inmueble que se entera que su vendedor ha consentido un arrendamiento por un precio superior al precio aparente establecido en el acto. Deben demostrar entonces, cuando sea negada la simulación por las partes, que el acto que se les opone disimula un acto real. Disponen, para tal finalidad, de la acción declarativa de simulación.

13.- CONFLICTOS ENTRE TERCEROS.

Algunos terceros pueden tener interés en invocar la contra escritura; otros, el acto aparente. Un tercero compra un inmueble alquilado, cuyo precio de arrendamiento ha sido aumentado por un acto aparente; el adquiriente tiene interés en invocar el acto aparente; los acreedores del inquilino la contraescritura.

El tercero que invoque el acto aparente debe prevalecer sobre aquel que alegue la contraescritura. en efecto, si cada uno tiene la posibilidad de renunciar al beneficio del articulo 1321 del código civil, nadie puede ser compelido a esa renuncia, se encuentra así consagrada claramente la teoría de la apariencia: la situación aparente se prefiere a la situación real.

14.- LA DECLARACIÓN DE SIMULACIÓN.

14.1.- PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN.
En los más de los casos que acaban de ser examinados, son las partes la que alegan la contraescritura: invocan el acto verdadero que han celebrado, a fin de que ese acto produzca efecto o sea oponible a los terceros que pretendan atenerse al acto aparente. En tales supuestos, la prueba de la simulación está hecha.

Sin embargo, se han encontrado algunas situaciones en las que las partes niegan la simulación afirman que no existe contraescritura, sostienen que el acto ostensible contiene su voluntad real. Así, cuando han disimulado una fracción del precio en la cesión de un oficio ministerial o para defraudar al fisco. Así también, cuando un tercero tiene interes en alegar la contraescritura y en rechazar el acto aparente. Entonces se plantea la cuestión de la prueba de la simulación.

Se plantea igualmente siempre que una persona que tenga interes en ello quiera demostrar que el acto aparente ha sido fraguado para para disimular la nulidad parcial o total del acto real. Y en tal caso se verá no sólo a un tercero, sino a una de las partes alegar la simulación.

En todos esos casos, se trata de probar, contra las partes contratantes o contra una de ellas, la existencia de una contraescritura. se impugna un acto por simulación; se quiere conseguir que se declare la simulación.

La ley lo permite. Junto con la derogación introducida en el efecto y en la oponibilidad del contrato, es otro medio de luchar contra la simulación impedir a las partes que logren la finalidad que esperaban alcanzar procediendo con la contraescritura.

14.2.-  LA ACCIÓN DECLARATIVA DE SIMULACIÓN.

La acción por la cual trata un litigante de restablecer la verdad, de hacer que desaparezca la contraescritura, es la acción declarativa de simulación.                           

Toda persona que encuentre un interés en ello puede ejercitar la acción: la parte deseosa de probar la existencia de una contraescritura. Por ejemplo, un donante cuya liberalidad  ha sido disfrazada tras una compraventa, y que quiera revocar la donación por causa de ingratitud: los herederos legitimarios de las partes, a fin de hacer que se pronuncie la nulidad de la liberalidad o para obtener la reducción; los terceros, en la hipótesis en que quieran invocar los términos de la contraescritura.

14.3.- CONSECUENCIAS DE LA ACCIÓN.
La sanción de la simulación no es, en principio, la nulidad del contrato. Sin embargo, existen en derecho civil algunas excepciones a ese principio: así, las donaciones entre conyugues, disfrazadas o hechas a través de personas interpuestas, son nulas por aplicación del articulo 1099 del código civil que estipula: “Art. 1099.- Los cónyuges no podrán donarse indirectamente más de lo que les es permitido por las precedentes disposiciones. Toda donación simulada o hecha a personas interpuestas, es nula.

La acción declarativa de simulación no conduce, pues, salvo excepción, a que se pronuncie la nulidad del contrato; sino tan sólo a probar su realidad. Con mucha frecuencia, en verdad, a la acción declarativa de simulación va unida una acción de nulidad: el heredero que demostrara que el de cujus ha disfrazado, tras una compraventa, una donación a una concubina, demandaría la nulidad de esa donación.

14.4.- PRUEBA DE LA SIMULACIÓN.
¿Por qué procedimiento se prueba la simulación? Interesa distinguir entre las partes del acto y las personas que no han intervenido en el mismo.

Cuando una de las partes quiera demostrar la existencia de una contraescritura, intenta probar “contra el contenido o más allá del mismo” del acto aparente. Se aplicarán, pues, las reglas restrictivas del artículo 1341 del código civil: (Art. 1341.- Debe extenderse acta ante notario o bajo firma privada, de todas las cosas cuya suma o valor exceda de treinta pesos, aun por depósitos voluntarios; y no se recibirá prueba alguna de testigos en contra o fuera de lo contenido en las actas, ni sobre lo que se alegue haberse dicho antes, en, o después de aquellas, aunque se trate de una suma o valor menor de treinta pesos. Todo esto, sin perjuicio de lo que se prescribe en las leyes relativas al comercio.), el demandante deberá probar la contraescritura por un documento o por un medio de prueba perfecto; lo cual le resultará, casi siempre, imposible, porque el contratante que tenga interesen conservar secreto el acto verdadero no consiente apenas en dejar una prueba escrita a la otra parte. Sin embargo, la jurisprudencia francesa admite que la prueba es libre cuando la finalidad de la simulación ha sido defraudar la ley. En efecto, el fraude se prueba por todos los medios.

La situación de los causahabientes universales es idéntica a las de las partes. Cuando la simulación ha tenido por objeto frustrar los derechos de los herederos forzosos infligiendo atentado contra la legítima, la prueba es libre; puesto que, para los herederos, se trata de probar un fraude a la ley.

La prueba que han de hacer los terceros, para los que el contrato no es sino un hecho, y que, en todo caso, se encuentran en la imposibilidad de procurarse una prueba escrita articulo 1348 primera partes (Art. 1348.- Tienen también excepción, siempre que no haya sido posible al acreedor el procurarse una prueba literal de la obligación que se ha contraído respecto a él. Esta segunda excepción se aplica: 1o. en las obligaciones que nacen de los cuasicontratos y de los delitos o cuasidelitos.), no está sometida a ninguna restricción: “la simulación, cuando es invocada por todos los medios de prueba y especialmente por simples presunciones”. Entre los terceros hay que colocar al fisco.

Existen incluso algunas presunciones legales de simulación, sobre todo en materia fiscal. En derecho civil, cuando se efectúa una liberalidad al padre o a la madre, a los hijos u otros descendientes o al cónyuge de una persona incapaz de recibir, se presume la interposición de personas, y esa presunción es irrefragable (Art. 911.- Se reputan personas interpuestas, los padres, los hijos y descendientes, y el cónyuge del incapacitado.)

15.- LA CONTRAESCRITURA EN LA JURISPRUDENCIA DOMINICANA.

La simulación es de la apreciación soberana de los Jueces de fondo. Es una cuestión de hecho, que escapa a la censura de la casación. La acción para declarar la simulación prescribe a los 20 años.[1] [2] [3] [4]
Si el Juez estima válido el contraescrito, no es necesario que examine los motivos que las partes pueden haber tenido para simular.[5]
La prueba de la simulación entre las partes, por testigos o presunciones, es admisible solamente cuando existe un principio de prueba por escrito. En caso de fraude, la simulación puede ser probada por todos los medios, aun entre las partes o sus herederos. Asimismo, los terceros pueden hacer la prueba de la simulación por todos los medios.[6] [7]
El derecho que el artículo 1421 del Código Civil acuerda al marido como administrador de la comunidad supone que la venta que otorga de los bienes comunes sea de buena fe y a título oneroso. Pero cuando la venta se hace a favor de un pariente seis días antes de la instrumentación del acto de divorcio, existe un elemento para dejar sentada la simulación para causar perjuicio a la mujer. La simulación es común y corriente en las personas casadas que ya tienen el deliberado propósito de divorciarse y pretenden retener en su exclusivo provecho algún bien de la comunidad.[8]
Los herederos reservatarios intentaron probar con fotocopias de un contraescrito la simulación de un acto de venta hecho por su causante. Por rechazar la acción en simulación únicamente sobre el fundamento de que las fotocopias no podían servir como prueba por escrito, cuando la simulación puede probarse por todos los medios, la sentencia debe ser casada.[9]
El vendedor de un inmueble apoderó la Cámara Civil, alegando que su contrato de venta era en realidad un préstamo y solicitando que se le declare como verdadero propietario. Este asunto es de la competencia del Tribunal Superior Tierras, porque se discute sobre la propiedad de un terreno registrado.[10]
La simulación es una cuestión de hecho que los Jueces de fondo aprecian soberanamente. Se probó la simulación de la venta de un inmueble por un padre a sus hijos por el hecho de que 3 meses después de la venta el padre arrendó el inmueble y de que en un juicio posterior los hijos afirmaron que no estaban enterados de que su padre había arrendado la parcela. El hecho de que las firmas fueran legalizadas por notario público no constituye un obstáculo para la impugnación de la venta.[11]
Cuando se presenta un acto de venta con toda la apariencia de un acto válido, es a la parte que lo impugna a quien corresponde probar la condición de acto ficticio o de acto disfrazado.[12]
Aunque los Jueces del fondo gozan de un poder soberano para interpretar las convenciones, incurren en desnaturalización cuando modifican las disposiciones claras y precisas de un acto, para declarar, bajo pretexto de interpretación, que un contrato de venta de un inmueble a favor del hijo, no es tal, sino un acto de donación y reducir en un 50% la porción transferida.[13]
La hipotética simulación no bastaría para declarar la nulidad del contrato si no se comprueba la existencia de un fraude.[14] [15]
El poder soberano de los Jueces del fondo para determinar la simulación queda fuera del control de la Suprema Corte de Justicia, a menos que lo decidido se haya realizado con desconocimiento de actos jurídicos que hubieran conducido a una situación diferente, o con desnaturalización de los mismos.[16]
En la simulación se encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o con cláusulas que no son sinceras, o cuando se transfieren derechos a personas interpuestas.[17]
Forma
El hecho de que un documento sea perfecto en su forma no significa que no sea simulado.[18]
El contraescrito, destinado como lo está a permanecer secreto, no está sujeto a la formalidad del Artículo 189 Ley Registro Título No es traslativo, sino declarativo de la nulidad de la transmisión aparente.[19]
La contraescritura de una venta simulada de un inmueble registrado debe ser legalizada para producir efectos (Artículo 189 Ley Registro Título). No puede servir de principio de prueba por escrito que permitiría el uso de testigos y presunciones, porque se trata de una litis sobre terreno registrado, no de un saneamiento.[20]
La venta de un inmueble registrado que real y efectivamente es una donación es eficaz, aún cuando no revista la forma auténtica que la ley exige para las donaciones.[21]
Al no estar destinado el contraescrito a recibir publicidad, no se requiere que las firmas de las partes sean legalizadas (interpretación del Artículo 189 c) Ley Registro Título).[22] [23]
Prueba
Los siguientes elementos pueden formar la convicción de que un hombre que pensaba divorciarse estaba defraudando a su mujer: retención en sus manos del acto de venta y su posterior depósito en el Tribunal de Tierras para reclamar el terreno y existencia de un contraescrito.[24]
Para probar que la venta hecha por el padre a uno de sus hijos fue obtenida mediante captación y en fraude de los derechos de la comunidad, es admisible la prueba testimonial y la prueba por presunciones. No se trata de una simulación entre partes en que es necesario, para probarla, que el vendedor exhiba un contraescrito.[25]
La prueba de la existencia de un contraescrito debe ser hecha con la presentación del mismo contraescrito.[26] [27]
La simulación de la venta de un solar de la comunidad a un amigo, hecha después de interpuesta la demanda de divorcio, se demuestra con presunciones graves, precisas y concordantes.[28]
Cuando el particular reconoce por varios escritos, uno de los cuales tiene su firma legalizada, que compró un terreno a nombre de la compañía y usó para pagarlo fondos aportados por ella, puede la compañía obtener el registro del terreno a su nombre.[29] [30]
Para establecer su convicción de que el contrato de venta era en realidad un préstamo simulado, el Tribunal Superior Tierras tomó en cuenta los siguientes factores: (a) la falta de registro del contrato prevista por los Artículos 189 y 197 de la Leys Registro Título, (b) la conducta de la alegada vendedora que evidenciaba trastornos mentales, (c) la frecuencia con que los prestamistas emplean este método, para cubrir intereses ilegales y garantizar la recuperación de la suma prestada.[31]
Si bien la prueba de la simulación debe hacerse mediante un contraescrito, es posible que un acto de venta que cumpla con los requisitos de ley se declare simulado y hecho en fraude de la persona impugnante, si así se deduce de los hechos y circunstancias de la causa.[32]
Ejemplo de lo anterior es la apreciación del Tribunal a quo respecto a la venta convenida entre padre e hijo presumiendo una donación, a falta del hijo demostrar solvencia económica para justificar dicha adquisición, situación en la cual todos los medios de prueba son admisibles.[33]
Terceros
Cuando el padre pone determinados bienes a nombre de su hijo, la esposa del hijo no puede reclamar estos bienes como pertenecientes a la comunidad.[34]
El hecho de que la primera venta sea simulada no afecta al subcomprador, si al comprar a su vez el subcomprador ignoraba la simulación y actuaba de buena fe, pagando un precio. La Ley Registro Título, al hacer posible la anulación de ventas fraudulentas, exige actuación fraudulenta del subcomprador.[35]
La acción en declaratoria de simulación es distinta a las acciones paulina y oblicua, pudiendo ser ejercida por cualquier persona; no está reservada a los terceros o extraños al acto impugnado.[36]
Doctrina

READ ORTIZ,Alexis,ARIAS ARZENO,Samuel.La Jurisdicción de los Referimientos.Santo Domingo: Escuela Nacional de la Judicatura. 2004. 515 P.
Referencia

↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 716. Año 1600º,1606º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 989. Año 310º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1058. Año 521º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1060. Año 1153º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 737. Año 842º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 930. Año 713º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 992. Año 682º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 968. Año 852º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 997. Año 1161º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1050. Año 192º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1050. Año 420º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1052. Año 795º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1053. Año 266º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1054. Año 778º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1061. Año 837º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1063. Año 869º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1063. Año 872º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 716. Año 1608º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 737. Año 842º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 749. Año 961º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 827. Año 1807º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 970. Año 1248º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 970. Año 1256º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 716. Año 1601º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 756. Año 3522º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 805. Año 2369º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1058. Año 523º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 810. Año 952º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 867. Año 459º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 897. Año 1879º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1059. Año 506º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1063. Año 871º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1063. Año 872º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 744. Año 2690º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 753. Año 2413º
↑ Suprema Corte de Justicia de la República Dominicana. Boletín Judicial No. 1063. Año 872º
Bibliográfica
HEADRICK, William C. Compendio Jurídico Dominicano: Jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia durante el período 1970-1998 e índice de la legislación vigente en la República Dominicana. 2 ed. Santo Domingo: Editora Taller, 2000. 503p

CONCLUSIÓN.

Para concluir debemos de precisar, que los  contraescrituras unas veces se ven imbuidas de cierta validez jurídica por el objeto de la misma y las causas que la han originado, pero en la gran mayoría de los casos por lo menos en la Republica Dominicana se vislumbra el mal uso con que en ciertos casos son destinados los actos aparentes regularmente son actos como se ha afirmado en todo el trayecto de este trabajo que van orientado a la defraudación del fisco o de terceros propiamente dicho, de manera, que este tema poco abordado por la doctrina en nuestro país reviste una gran importancia práctica para saber como afrontar un conflicto jurídico suscitado bajo los actos aparente y la contraescritura.

BIBLIOGRAFIAS.
-       MAZEAUD, derecho civil  Parte II Volumen III.

-       Planiol et Ripert, tratado de derecho civil.

<head> <script async src="https://pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js?client=ca-pub-7695655908661722"

     crossorigin="anonymous"></script> </head>

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La participación política como instrumento para elevar la democracia en República Dominicana.

Resumen. El presente ensayo recoge un análisis minucioso de los derechos políticos electorales, en el marco del sistema constitucional dom...